sábado, 27 de marzo de 2010

A&E

Si tan solo las cosas pudieran funcionar...
Creo que la decisión fue la mejor, pero me cuesta mucho mantener mi postura. Mi cama me trae mil recuerdos. La noche de tormenta en que me exalté de sobremanera por un trueno, las mañanas viendo el sol, las nubes, el frío en los hombros y las orejas en invierno, el viento entrando en verano y nuestros cuerpos hastiados de calor y sexo.
Todo lo que me rodea está impregnado, y tengo que sacar esas manchas, con Trenet y lavandina si es necesario; no debo seguir enganchado en algo que no tiene más futuro que herirme por la reiteración de la misma charla.
Mientras tanto leo Schopenhauer, mi droga para malos momentos, que siempre me ayudó a aceptar como son las cosas antes de llegar a la página 100. Es irónico que el placebo a lo malo sea el pesimismo. Al fin y al cabo, así fui siempre, ¿no?
Ahora me queda esforzarme este año, para que no sea lo que viene siendo desde que empezó: una frustración de los éxitos de 2009.

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