lunes, 25 de enero de 2010

Cuando la bronca por no haberselo dicho supera la bronca de lo que te molestó. Cuando estás re caliente, que lo mandarías todo a la mierda. Cuando tenés ganas de llorar pero no entendés por qué, si no tiene nada que ver. Y cuando es impotencia. Y cuando tenés algo de inseguridad. Y puteás, y gritás en mudo, y no hay nadie en kilómetros a la redonda, que irónicamente rebalsan de gente. Y cuando viene lo peor, que es cuando te das cuenta que no es para tanto, pero que estuviste todo el día pensando en eso. Ahí decís "no debería haber puesto eso, ni tratar de llamar la atención a los nadies que lo vieron, mejor me voy a tratar de dormir." Pero sabés que no vas a poder hacerlo rápido porque la máquina de maquinar está encendida y tiene mucho carbón para andar toda la noche. Y la puta que lo re mil parió, protestás. Y es al pedo, porque te decís una y otra vez que no va a volver a pasar, que es la última, y mañana a la mañana se repite. Y vas y venís entre otras veces que te pasó. Sos así chavón, no quieras creerte el cuento que te escribís, esa es una cortina, correla y mirá la realidad. Y aprendé, ALGO. O repetí a conciencia, sé un boludo con orgullo. Y andate pensando seriamente, si valió la pena lo que jugaste, lo que jugas y lo que vas a seguir jugando, o si es mejor cambiar de juego. Y te tiro una, que las cosas serias son todas, y que todas tenés que pensar desde la mirada de quien se sienta al lado tuyo a cenar esas noches especiales, o las más comunes, o quienes te están acompañando a 500 km, con todo el dolor del alma que vos no te das ceunta que estás sintiendo también (hasta que se te están cayendo las lágrimas mientras escribís esto). Y te vas.