domingo, 31 de octubre de 2010

Pinamar

Escuchar "Pinamar" y acordarme con ternura de lo que fue y de lo que no. El frío que se mete por todos lados. Tu sonrisa frente a (pero no por ni para) mí en el desayuno. Los pies fríos, parado a un lado de tu cama. Nervios, muchos nervios. Al punto de no poder dormir, comer, hablar, ni hacer nada.
Fingir ser alguien que no soy, celar a alguien que no es lo que creo que es, intentar de todos los modos posibles un acercamiento, pero con la lengua entumecida.
"Marcos... ¿Estás despierto? No puedo dormirme", y mi corazón a mil. Cinco años de esa noche y tengo patentes los momentos. Será cierto, no se puede escribir la historia hasta tanto no se haya superado el pasado

Recién hoy entendí la frase "razón dame tu ayuda, tu luz es la que alumbra", pero siempre me acuerdo de como resonó "cualquier cosa que diga no es real... no quiero que te quedes".

viernes, 23 de abril de 2010

Era un detalle, tal vez algo no tan menor. Un suceso que esperaba compartir, digamos. Después de tanto tiempo, valía estar juntos en ese momento como algo simbólico, pero decidió irse. Esto le generó un vacío que como un agujero negro tragó y deshizo todos sus deseos para con él, no queía nada sexual, ni decir o hacer algo romántico, incluso le molestaba la idea de estar compartiendo la cama.
Veia, sentía, oia, su cuerpo delante mío y me molestaba. No dije nada, pero se notó. "Si tiene que saberlo, que se de cuenta solo."

domingo, 11 de abril de 2010

28

Estaba sentada en un rincón del compartimiento, la pesada maleta sobre su cabeza. Karenin se apretaba contra sus piernas. Estaba pensando en un cocinero del restaurante en el que trabajaba cuando vivía en casa de su madre. Aprovechaba cualquier oportunidad para darle una palmada en el trasero y con frecuencia la invitaba, en presencia de todos, a acostarse con él. Era curioso que pensase precisamente en él. Representaba un ejemplo directo de todo lo que le repugnaba. Pero en lo único que pensaba ahora era en localizarle y decirle: "Tu decías que querías acostarte conmigo. Aquí estoy."
Tenía ganas de hacer algo para que ya no le quedara escapatoria. Tenía ganas de destruir brutalmente todo el pasado de sus últimos siete años. Era el vértigo. El embriagador, el insupertable deseo de caer.
Tambié podríamos llamarlo la borrachera de la debilidad. Uno se percarta de su debilidad y no quiere luchar contra ella, si no entregarse. Está borracho de su debilidad, quiere ser aún más débil, quiere caer en medio de la plaza, ante los ojos de todos, quiere estar abajo y aún más abajo que abajo.
Trataba de convencerse de que no se quedaría en Praga y ya no trabajaría como fotógrafa. Regresaría a la pequeña ciudad de la cual la sacó una vez la voz de Tomás.
Pero cuando llegó a Praga, no tuvo más remedio que quedarse allí durante algún tiempo para resolver muchas cuestiones prácticas. Empezó a postergar su partida.
Así pasaron cinco días y en la casa de pronto apareció Tomás. Kerenin estuvo un largo rato saltándole a la cara, de modo que durante bastante tiempo les libró de la necesidad de decirse nada.
Se sentían como si estuviesen en medio de una planicie nevada, temblando de frío.
Luego se aproximaron como dos enamorados que aún no se han besado.
El le preguntó:
- ¿Estaba todo bien?
- Sí -Contestó.
- ¿Has pasado por la revista?
- Llamé por teléfono.
- ¿Y?
- Nada. Estaba esperando.
- ¿Qué?
No le respondió. No podía decirle que le esperaba a él.

De "La insoportable levedad del ser," Milan Kundera, 1984.

sábado, 27 de marzo de 2010

A&E

Si tan solo las cosas pudieran funcionar...
Creo que la decisión fue la mejor, pero me cuesta mucho mantener mi postura. Mi cama me trae mil recuerdos. La noche de tormenta en que me exalté de sobremanera por un trueno, las mañanas viendo el sol, las nubes, el frío en los hombros y las orejas en invierno, el viento entrando en verano y nuestros cuerpos hastiados de calor y sexo.
Todo lo que me rodea está impregnado, y tengo que sacar esas manchas, con Trenet y lavandina si es necesario; no debo seguir enganchado en algo que no tiene más futuro que herirme por la reiteración de la misma charla.
Mientras tanto leo Schopenhauer, mi droga para malos momentos, que siempre me ayudó a aceptar como son las cosas antes de llegar a la página 100. Es irónico que el placebo a lo malo sea el pesimismo. Al fin y al cabo, así fui siempre, ¿no?
Ahora me queda esforzarme este año, para que no sea lo que viene siendo desde que empezó: una frustración de los éxitos de 2009.

viernes, 26 de marzo de 2010

cortar aquí, la cura.

And you look at me and I understand
Yeah it's a look I used to know
And you hold me... like you'll never let me go

"Oh c'mon and have a drink with me
Sit down and talk a while..."

And over my shoulder as I walk away
I see you give that look goodbye...
I still see that look in your eye...

It's so hard to think "It ends sometime
And this could be the last
I should really hear you sing again
And I should really watch you dance"
Because it's hard to think
"I'll never get another chance
To hold you... to hold you... "

It's over... over
And you're gone..

I miss you I miss you I miss you
I miss you I miss you I miss you so much

But how many times can I walk away and wish "If only..."

lunes, 25 de enero de 2010

Cuando la bronca por no haberselo dicho supera la bronca de lo que te molestó. Cuando estás re caliente, que lo mandarías todo a la mierda. Cuando tenés ganas de llorar pero no entendés por qué, si no tiene nada que ver. Y cuando es impotencia. Y cuando tenés algo de inseguridad. Y puteás, y gritás en mudo, y no hay nadie en kilómetros a la redonda, que irónicamente rebalsan de gente. Y cuando viene lo peor, que es cuando te das cuenta que no es para tanto, pero que estuviste todo el día pensando en eso. Ahí decís "no debería haber puesto eso, ni tratar de llamar la atención a los nadies que lo vieron, mejor me voy a tratar de dormir." Pero sabés que no vas a poder hacerlo rápido porque la máquina de maquinar está encendida y tiene mucho carbón para andar toda la noche. Y la puta que lo re mil parió, protestás. Y es al pedo, porque te decís una y otra vez que no va a volver a pasar, que es la última, y mañana a la mañana se repite. Y vas y venís entre otras veces que te pasó. Sos así chavón, no quieras creerte el cuento que te escribís, esa es una cortina, correla y mirá la realidad. Y aprendé, ALGO. O repetí a conciencia, sé un boludo con orgullo. Y andate pensando seriamente, si valió la pena lo que jugaste, lo que jugas y lo que vas a seguir jugando, o si es mejor cambiar de juego. Y te tiro una, que las cosas serias son todas, y que todas tenés que pensar desde la mirada de quien se sienta al lado tuyo a cenar esas noches especiales, o las más comunes, o quienes te están acompañando a 500 km, con todo el dolor del alma que vos no te das ceunta que estás sintiendo también (hasta que se te están cayendo las lágrimas mientras escribís esto). Y te vas.